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Esparreguera (Barcelona), Cataluña, Spain

martes, 28 de octubre de 2008

Los Presidios de Nueva España II

Pues continuando con la afición de compilar y daros una amplia visión de los temas que afectaron al General Urrutia en Nueva España ; trato de poner los planos de los 22 (24) Presidios de la parte septentrional o de las Fronteras del interior.
En el post anterior pusimos el de Janos y el del pasaje de Nueva Vizcaya.
Y le siguen estos otros.




Presidio y Villa de Horcasitas

La villa y presidio de Santa Fe en Nuevo México, no se consideró dentro de la línea por estar muy al norte, y tampoco los cuatro presidios fundados a partir de 1760 en California: San Diego, Santa Bárbara, Monterey y San Francisco; a pesar que los comandantes de frontera le habían solicitado a Carlos III que diera órdenes para que se sostuvieran y fomentaran.

La organización de los presidios, como lo planteó Rubí, dejaba a cada uno con cincuenta hombres de guarnición, comprendiendo a tres oficiales y un sargento, con lo que la línea quedaba formada por 750 plazas, mas los individuos de los presidios alejados (Santa Fe, la tropa de Robledo, San Antonio y El Cíbolo) se aumentaba a 910 hombres; además, había que incluir a las compañías volantes de Sonora.

Para pacificar la frontera no bastaba con el reacomodo de las fuerzas, sino que había que dotarlas de pertrechos, animales y disciplina; de esto se encargó O´Connor en sus varias expediciones en busca de rebeldes apaches y comanches. Y aunque nunca se logró la total pacificación, al menos la ubicación de presidios contribuyó a liberar un amplio territorio sobre el que se volvieron a establecer nuevas poblaciones y colonos.

Los proyectos arquitectónicos de los presidios se modificaron de acuerdo con los tratados de ingeniería militar, aunque se adoptó una forma y tamaño más sencillos de hacer; a diferencia de los presidios del siglo XVI, que consistían en un gran cuadro con altos muros de adobe, baluartes cuadrados y pequeños, en algunos casos pequeños torreones y el espacio para caballada y pobladores en su interior, los del siglo XVII y principios del XVIII eran más bien un grupo de casas de soldados alrededor de las cuales se limitaba una plaza de armas no muy grande, con el área de corrales anexa, con una capilla pequeñay casa para el capitán -a veces en su interior y otras afuera-, y que con el tiempo fue siendo un atractivo y seguridad para nuevos pobladores, indios y mestizos, que hicieron sus casas y huertos en las inmediaciones, iniciando un pequeño poblado con el tiempo .




Presidios de San Antonio de Bejar y de Nuestra Señora de Belén
y Santiago de las Amarillas




Ruinas de uno de los bastiones el del Suroeste.



En los de nueva fábrica del siglo XVIII, se adoptaron los dos últimos modelos, un cuadro de casas de soldados alrededor de una plaza de armas formando un recinto seguro (Janos, Huajoquilla, Carrizal, El Paso), y los de planta cuadrada con dos baluartes (San Carlos, Pilares, San Elizario). Hubo otros de diferente forma, como el de la Junta, más parecido a los presidios primeros de Texas, formados por el Marqués de Aguayo, quizás por economía de recursos ya que sólo se daban mil pesos para la construcción del presidio; los muros eran más bajos que los del siglo XVI, y los sistemas de construcción mas sólidos. En su interior tenían el lugar para capilla y casa del capitán, teniendo todo el mismo patio central donde se hacían las revistas y se daban las órdenes. “Se ha de formar primero el cuadro de tapias comunes de adobes y los dos pequeños baluartes en sus ángulos en forma de diamante, y después levantar en el interior la capilla, cuerpo de guardia, casa del capitán, oficiales, capellán y habitaciones de los soldados e indios, guareciéndose todos entretanto en tiendas de campaña y barracas provisionales, sobre cuyo asunto proveerán los capitanes y oficiales subalternos”.

Con nuevas incursiones y conocimiento del territorio, apoyados por la contribución de la cartografía de los ingenieros militares, quienes hicieron planos cada vez más detallados de la frontera, en 1776 se expidió el decreto real que confirmaba las primeras ideas de José de Gálvez y el Virrey Croix, que desde 1768 aventuraban un gobierno hasta cierto punto independiente para las provincias norteñas. Con el decreto se le otorgaba a Don Teodoro de Croix (sobrino del Virrey de mismo nombre) poderes y mandos suficientes sobre “los gobiernos subalternos de Coahuila, Texas y el Nuevo México, con sus presidios y todos los demás que se hallan situados en el cordón o línea establecida de ellos desde el golfo de Californias, hasta la Bahía del Espíritu Santo”.



Presidio de San Carlos y de Pilar o el Principe. Modelo Tipo B

Con la Comandancia General de las Provincias Internas, se prepararían nuevas estrategias y se definiría la autoridad sobre pobladores, misioneros y soldados, evitándose la duplicidad de instrucciones con el Virrey. Esta nueva autoridad de hecho dividía el Virreinato en dos, tenía la ventaja de que el comandante era un conocedor del territorio y un militar de experiencia, con lo que se logró un mayor número de refuerzos, mejor distribución de las tropas, un ajuste de los mandos y mejor administración de los situados. Además, se reforzó la presencia de los presidios con compañías volantes formadas por indios amigos como los Opatas, y se dotó de armas y entrenamiento a las milicias de los poblados, lo que dio oportunidad de modificar la estrategia defensiva, con la organización de pueblos y villas de apoyo a los presidios.



El tejido defensivo con la red de villas

Croix se da cuenta de que sólo con los presidios, aun en la línea, no es posible detener las incursiones de los enemigos; además, el alto costo que esto comprende, le lleva a replantear la situación defensiva, la administración y consiguientemente la producción en la frontera, en sendos informes; en el último de 1782, analiza la situación del momento y propone algo que transformará radicalmente el concepto de frontera, pasando de una situación sólo militar a otra en la que se combina la presencia de pueblos y villas más consolidados, debido a que algunos fueron pueblo de misión, para ir eliminando el costo que significaba el sistema presidial.

Las tropas indisciplinadas, escasas y con pocos apoyos de armamento, los presidios en constante reparación y algunos ya inútiles en su posición estratégica, lo llevan a considerar la utilidad de la población civil. Autorizó a los soldados a tener tierras cerca del presidio, y animó a los pobladores a hacer lo mismo, con lo que el establecimiento militar se fue convirtiendo en un centro de población a la manera de lo sucedido en el siglo XVI. Además, trató de conectar los presidios con las villas cercanas, que eran las que los proveían de caballada, comida y mano de obra.

Croix decidió abandonar las guarniciones de algunos presidios que serían complementados por cordones de poblaciones; en un primer frente en Nueva Vizcaya, desaloja el Príncipe (en 1780 se pasa al pueblo de Coyame), la tropa de San Carlos pasa también a la villa de Chorreras y la de San Vicente o La Babia es distribuida en el pueblo de Santa Rosa, donde “había cuarenta vecinos y varios sirvientes, y en sus contornos doce ranchos desde una a cuatro leguas de distancia donde hay muy buenas labores” . La tropa del presidio de Aguaverde se trasladó a la villa de San Fernando de Austria fundada en 1753 , para entonces una villa de buen tamaño, adonde también se habían acogido los pobladores de los Adais cuando se pasó la capital de Texas a San Antonio; a la tropa de Monclova Viejo la regresó a Monclova, que ya para entonces tenía "…cien familias de vecinos españoles, mestizos y mulatos. La villa tiene una planta hermosa, gran plaza, calles despejadas y tiradas a cordel. Los edificios son bajos, de adobe y los más sin blanquear como en Saltillo"


Se estableció además una subdivisión que formará, a partir de lo más septentrional, diferentes trincheras ante los ataques, agrupando a los presidios-pueblos de la siguiente manera: Janos, San Buenaventura en su nuevo emplazamiento conocido como La Princesa; en Galeana y Carrizal, con la compañía volante de Casas Grandes; otro núcleo lo hace al mover San Elizario más hacia el Paso y juntarlo con las milicias de los habitantes del Paso y los pueblos ribereños del Río Grande. Un tercer grupo lo integran las poblaciones de Santa Rosa, San Fernando de Austria y San Juan Bautista del río Grande, presidio que ya también había crecido hasta formar un poblado con lotes y huertas.

Croix aprovechará una red de poblados, ya para entonces de mediano tamaño, que formarían un segundo frente casi horizontal, un poco más debajo de San Buenaventura; estaba formado por Namiquipa, Santa Clara, de donde salía un camino al norte a San Lorenzo; Malanoche, Majalca, San Jerónimo, Hormigas, Chorreras a donde se mudó la guarnición de San Carlos, Pueblito, el presidio del Príncipe en Coyame (en 1788 tenía 144 habitantes), hasta llegar al presidio de la Junta de los Ríos (Ojinaga) que aportaban 450 hombres de milicias. Un tercer frente de pueblos lo hace en el sentido vertical, en paralelo con el río Grande, a partir de Coyame, Chorreras, Julimes, Ancon de Carros, Santa Rita, Huajoquilla (en 1788, tenía 1829 habitantes), Pelayo y Sanjuán de Casta, con 250 hombres; así se formaba un arco desde Ojinaga hasta el Bolsón de Mapimi. Un cuarto cordón iba desde la ranchería de San Juan de Casta, Calabacillas y otros tres puestos de cuarenta hombres hasta Saltillo, aportando otros 200 hombres y una última línea entre Saltillo y Monclova, abarcando la sierra de la Purísima y de ahí a Cuatro Ciénegas, pasando por Nadadores, con otros 250 milicianos que daban un buen número de personas para defender los pasos de los indios enemigos.

Además Croix pensaba crear, o más bien modificar, la traza de 28 nuevas poblaciones a la manera de las ideas surgidas en España y los experimentos de la Sierra Morena, poblaciones fundadas con las teorías de producción y fomento, puestas en práctica por Campomanes, donde se aprovecharían los recursos naturales con la incorporación de la mujer a la economía familiar, incrementando el número de artesanos y pequeños comerciantes, sustituyendo poco a poco a los agricultores. De esta manera se formarían núcleos de población autosuficiente y con pequeñas industrias familiares en un ámbito moral y sencillo: “El colono situado sobre su suerte y libre del choque de pasiones que agitan a los hombres reunidos en pueblos estará más distante de aquel fomento de corrupción que el lujo infunde siempre en ellos. Reconcentrado con su familia en la esfera de su trabajo…se sentirá más vivamente conducido a él por los sentimientos de amor y ternura que son naturales al hombre en la sociedad doméstica…”.

La idea de pequeños propietarios agrícolas fue uno de los propósitos en el establecimiento de las nuevas poblaciones. Para entonces se habían fundado las de Escandón en Tamaulipas en 1749, y en 1778 se harían las de Bernardo de Gálvez en Luisiana; estos experimentos con pobladores civiles también se esperaba que funcionaran en la frontera del septentrión de la Nueva España, sólo que aquí con la combinación de presidio-pueblo.

La refundación de pueblos a partir de los presidios o anexos a él, o de misiones, obligó a modificar la traza de los poblados, rehaciendo sus plazas y contornos. De la primera línea defensiva del plan de Croix, explicada arriba, la villa presidio de Janos tenía ya en 1788,142 habitantes; San Buenaventura (Velarde) empezó como presidio fundado en 1760, en 1774 se reubicó en el río Santa María y terminó en pueblo, para 1788 tenía 718 habitantes. Este presidio se trasladó en 1788, del paraje de Chavarría en el río Santa María, a un nuevo emplazamiento al suroeste a diez leguas, al sur de Casas Grandes, llamándose presidio de la Princesa, donde anexo a él empezó a crecer el pueblo de San Juan Nepomuceno (Galeana, en Chihuahua). El presidio del Carrizal tuvo misión, no tan lejana, y siempre funcionó como un establecimiento militar, pero a su alrededor crecieron muchas rancherías y campos de labor.


El ejemplo de Croix siguió en otras regiones; Chihuahua y Arizpe en Sonora crecieron al ser centros de acopio, administrativos, culturales y militares. En Sonora se aprovecharon los pueblos de las misiones Jesuitas y los presidios de Altar, Fronteras y Tucson, para fomentar asentamientos en sus alrededores. Las guarniciones de Horcasitas y Buenavista, dieron lugar a otras rancherías y asentamientos de indios pacificados. En otros pueblos de misión que se encontraban desguarnecidos también se colocaron destacamentos, lo que permitió que pudieran defenderse y crecer; Caborca, San Ignacio, Imuris, Saric, Pitic y muchos más se convirtieron en prósperos poblados.

En Texas, el mulato Antonio Gil Ibarbo, fundó la villa de Nuestra Señora del Pilar de Bucareli (1774), que sólo duró cuatro años por los ataques de los indios, y se mudó a un lugar más seguro en 1778, con el nombre de Pilar de Nacogdoches, como centro de acopio y comercio en la entrada a la Luisiana; en 1780 tenía más de 500 habitantes.

La división administrativa de los poblados se dividía en alcaldías que administraban los partidos territoriales, en los que caían pueblos y ranchos, algunos con muy buenos productos: “El partido de Cuencame se compone de tres pueblos miserables y ocho haciendas opulentas (…) con veinticinco mil cabezas de ganado caballar, diez mil reses y trescientas veinte mil de lanar” . Estas jurisdicciones se encargaban de conseguir las contribuciones para el fondo de sostenimiento de las milicias.

Si bien el desarrollo de la frontera pasó por muchas penurias y conflictos, no cabe duda que la política presidial fue la que consolidó y pacificó el territorio a partir los primeros presidios del siglo XVI, hasta la unión del presidio y villa, que fueron integrando una red y conectando centros productores con comerciales, en un amplio territorio que siempre tuvo escasez de pobladores. Hacia 1780, el 80 por ciento del territorio de Nueva España concentraba a sólo el 5 por ciento de los pobladores, eso sí, decididos a soportar todo, muchas veces sin conocer su destino, en aquellos caminos que iban de ningún lado a ningún lado.


Resto de plantas de los presidios:

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