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Esparreguera (Barcelona), Cataluña, Spain

jueves, 30 de octubre de 2008

La espedición del Marqués de Rubí

La misión de Marqués de Rubí.

Con fecha 7 de agosto de 1765, el Secretario de Indias dirigió una comunicación al marqués de Rubí en la que, en nombre del Rey, le ordenaba que pasara revista inmediatamente a todos los presidios de Nueva España; en la misma, debía reconocer su situación, revistar a las tropas que los guarnecían y examinar el reglamento de precios subsistente, para proponer finalmente cuanto estimara conveniente para su mejor gobierno y estado de defensa. A la vez, se ordenes al marqués de Cruillas que le entregase el reglamento antiguo y toda la documentación e información necesarias para el cumplimiento de la comisión de servicio encomendada, y que le proporcionase los auxilios convenientes, comunicándolo a Madrid, para rápido conocimiento del Rey.

Para dar cumplimiento a esta misión, el marqués de Rubí organizó una expedición, en la que integró al capitán ingeniero militar don Nicolas de Lafora, el mas antiguo de los siete ingenieros recién llegados a Nueva España y Al Subteniente Ingeniero D. Josep Urrutia (entre los que se encontraba el después famoso don Miguel Constanzó, entonces subteniente). Lafora fue un eficaz auxiliar de Rubí con su asesoramiento técnico y Urrutia lo fue con los mapas que fue levantando; es un hecho que Lafora entrega copia de los Mapas de Urrutia (Véase Biblioteca del Congreso).

La expedición salió de México el 12 de marzo de 1766, dirigiéndose por Zacatecas, a Durango, capital de Nueva Vizcaya, donde pasó revista a la escuadra de un cabo y diez soldados que daba el presidio del Pasaje para la seguridad de la ciudad. Desde allí, por el presidio de Huejoquilla, se dirigió a Chihuahua y, después, a La Junta de los Ríos, El Paso y Santa Fe. Desde allí regresó visitando sucesivamente los presidios de San Buenaventura y Janos, en Nueva Vizcaya, y los seis de Sonora. Desde Buenavista, cruzando por el valle de Basuchil, volvió a Nueva Vizcaya, y visitó los de Huejoquilla y Cerro Gordo. Desde allí pasó a revistar los presidios de Coahuila y Texas y las guarniciones de Nuevo León, desde donde regresó dando un rodeo por Nayarit. Llegó a México el 23 de enero de 1768. Su viaje de inspección había durado veintitrés meses y había visitado veintitrés establecimientos. No había podido pasar revista al de Julimes ni a los del Nuevo Santander, a donde fue, en su nombre, el teniente coronel Fernandez Palacios. No era esta la primera visita general de revista de los presidios, pues, ya en 1724-28, la había hecho don Pedro de Rivera, con el ingeniero don Francisco Alvarez Bareijo y dos amanuenses. De regreso en la capital del reino de Nueva España, el marqués de Rubí redactó un extenso informe, fechado en Tacubaya e ilustrado con el mapa levantado por Lafora, al que dio el siguiente titulo: Situación en que se hallan todas las Provincias del Reyno de Nueva España y provincias Fronterizas a la Gentilidad en las partes del Norte. Ventajas o Nulidades de los Presidios puestos en la Frontera de de las Provincias para contener las inmensas Naciones que las hostilizan, con detalle del numero de soldados que guarnecen los Presidios y del costo que tiene anualmente a S.M. En el mismo dictamina lo que considera ventajoso y desventajoso y propone modificaciones e incluso supresiones en la línea de presidios, con vista a conseguir la mayor eficacia frente a los ataques de los indios bárbaros a las provincias internas de Nueva España. Dicho informe puede resumirse en lo siguiente:

La provincia de Sonora, rica y fértil, es el actual Teatro de la Guerra con las Naciones Seris y Pimas sublevadas, que viviendo en su centro la aniquilan insensiblemente como Ladrones Caseros y con los apaches , que la hostilizan por la parte del Norte. Limita al oeste y norte con las Naciones Gentiles, Papagos y Pimas altos, que viven sobre el río Gila, casi en el desemboque de éste en el Colorado, y con los Apaches Gileqos, que están situados también sobre las orillas del consabido Río Gila, a la parte el este de la Papaguerma (zona de los papagos). Al este, limita con la provincia de Nueva Vizcaya, de la que la separa la Sierra Madre: Por el sur, con la de Ostimuri y por el poniente, con la costa del Seno de California, de que están apoderados los indios alzados, desde el Puerto de Guaymas hasta las inmediaciones de Caborca. Tiene seis presidios.

El presidio de Buenavista esta situado en una pequeña loma, sobre la orilla del rmo Yaqui. Su guarnición esta formada por una compañía (sic) de caballería, con cincuenta y una plazas (capitán, un teniente, un alférez, un sargento y cuarenta y siete soldados, con una dotación total de veinte mil seiscientos sesenta y cinco pesos anuales).

El de San Miguel de Horcasitas (capital de la provincia) esta guarnecido por una compañía, cuyo capitán es el gobernador, y tiene ademas un teniente, un alférez, un sargento y cuarenta y siete soldados, con una dotación total de veinticuatro mil sesenta y cinco pesos.

Sobre los dos presidios anteriores, dictamina que opuestos en el día a las incursiones de los Seris de Cerro Prieto, su existencia esta pendiente del éxito de la presente expedición y así en cuanto se consiga reducirlos, dichos presidios serán innecesarios y deben suprimirse.

El presidio de Santa Gertrudis del Altar esta a unas treinta leguas de la costa de la Mar del Sur: Se estableció para contener las hostilidades de los Papagos y Piatos, que habitan los rumbos Norte y Noroeste. Estaría mejor mas cerca de la costa, donde sin perjuicio del fin de su establecimiento, cortaría las comunicaciones de aquellos indios con los de Cerro Prieto...

El de San Ignacio de Tubac esta a menos de cuarenta leguas del de Altar. Lo guarnece una compañía de cincuenta y cinco plazas, incluidos los oficiales (capitán, teniente, alférez, sargento y cuarenta y siete soldados).

El de Terrenate (San Felipe de Jesús Guebavi) dista menos de cuarenta leguas del de Tubac. Lo guarnece una compañía de cincuenta y una plazas.

La provincia de Nueva Vizcaya ocupa una gran extensión. La capital, Durango, es la mayor ciudad de todas las situadas en las Provincias Internas, en una zona cuyo grado de poblamiento y desarrollo la diferencian notablemente de lo normal en dichas provincias. Su latitud esta comprendida entre los 23: y 33: y su longitud entre 255: y 275: al oeste del meridiano del Teide. Tiene enfrente, en territorios de Nuevo México y Texas, a los apaches, que realizan frecuentes incursiones hacia el sur, con mucha profundidad, recorriendo el desierto llamado Bolssn de Mapimm, desde el que pueden salir a dar sus golpes hasta cerca de Durango o Saltillo. Estos apaches son los de las parcialidades de los chiricaguas o gileqos, carlones, chilpacines, jicarillas, faraones, mezcaleros, natages y lipanes, de O. a E.

Los presidios en Nueva Vizcaya son los de Janos, San Buenaventura, Huejoquilla, El Pasaje, Cerro Gordo y la Junta de los Ríos.

El presidio de Janos esta ubicado a sesenta leguas al E. de Fronteras y lo guarnece una compañía compuesta por su capitán y cincuenta plazas mas, incluidos el teniente, el alférez y un sargento. Se estima que cubre una distancia demasiado grande, con accesos fáciles, muy difíciles de controlar. Su latitud es 35:18’N. y su longitud 258:24’O.

El presidio de San Buenaventura esta situado a los 30:16’N. y 299:55’O. Su situación en hondo es mala y no sirve bien en su ubicación actual, por lo que debe adelantarse.

El presidio de Huejoquilla se ubica a orillas del río Florido, a 27:57’N. y 261:30’O. Lo guarnece una compañía de cuarenta plazas, incluidos los mandos. Para mejor atender a su finalidad debe adelantarse.

El presidio del Pasaje se encuentra a cuarenta y cuatro leguas al norte de Durango, a 25:29’N. y 265:35’O. Queda muy retrasado (como consecuencia de haberse establecido para hacer frente a las incursiones de los apaches a través del Bolssn de Mapimm). Lo guarnece una compañía de treinta y seis plazas.

El presidio de Cerro Gordo, guarnecido por una compañía de cuarenta y una plazas, se encuentra a 33:06’N. y 261:40’O. Debe adelantarse.

El presidio de La Junta de los Ríos (Grande del Norte y Conchos) ha sido trasladado a Julimes. Al quedar abandonado, ha sido destruido por los apaches. Lo guarnece una compañía de cincuenta plazas, que esta en muy buenas relaciones con los indios natages, que habitan al otro lado del río Grande del Norte.

En la provincia de Nuevo México solo existen dos presidios ubicados en las dos poblaciones mas importante: Santa Fe y El Paso del Río Grande del Norte. Esta provincia, situada entre los 32: y 38:N. y entre los 258: y 264:O, tiene ochenta poblaciones.

El Paso del Norte, a 33:6’N. y 261:40:, es la mayor población de la provincia, pues pasa de cinco mil habitantes, con las misiones contiguas. Su guarnición es una compañía con cincuenta y seis plazas. Podría trasladarse a las inmediaciones de El Carrizal, en Nueva Vizcaya, muy débilmente defendido. El Paso, con población suficiente, podría defenderse con sus propias milicias, que no están organizadas solo por el problema de las discordias entre sus habitantes. Ello hace necesario que tenga un buen jefe.

Santa Fe, capital de la provincia, con activo comercio de vinos, tejidos, lana, aguardientes y frutas, se encuentra a 36:10’N. y 262:40’O. La existencia de su presidio es indispensable, pues su situación es muy ventajosa para acudir rápidamente a cualquier población amenazada. Su guarnición es una compañía de ochenta y una plazas.

La provincia de Coahuila, se encuentra entre los 26: y 32: N. y los 262: y 265: O. Esta constituida por un terreno montañoso, seco y escasamente poblado, con parte del desierto llamado Bolssn de Mapimm. Su unico interés radica en los yacimientos mineros, que determinan los núcleos de población. Su límite norte es el río Grande del Norte, en cuya orilla izquierda y sierras inmediatas se encuentran las rancherías de los apaches lipanes y natages, ahora en aparente paz. Solo tiene un presidio en La Monclova, su capital. Su guarnición esta constituida por una compañía de treinta y seis plazas, cuyo capitán es el gobernador de la provincia. Se encuentra a 27:36’N y 270:10’O. Podría colocarse junto al Río Grande, para guardar su paso y evitar las consecuencias de su abandono.

El presidio de Santa Rosa del Sacramento esta situado a menos de cuarenta leguas al noreste de La Monclova, a 28: 13’N. y 268:49’O. Es la mayor población de la provincia, frente a Villa Nueva de San Fernando, de poca población. Alejado y en paz ahora, pero sin seguridad, por las muchas avenidas de llegada y retirada de los apaches. La guarnicisn esta constituida por una compaqma de cincuenta y dos plazas, incluido un capellan.

El presidio de San Juan Bautista del Río Grande esta situado a cuarenta leguas al este de San Fernando, a 28:N y 272:5’O. Esta en buena situación y cubre las avenidas de los lipanes. Su guarnición es una compañía de treinta y tres plazas.

El presidio de San Saba, dependiente directamente del Virrey, se encuentra a orillas del río San Saba, a noventa leguas al noreste de San Fernando, a 31:38’N. y 273:28’O. Su situación y existencia no tienen ninguna utilidad y son causa de perjuicios, porque ssoo han servido para defender a los lipanes, enemigos nuestros que, unidos a los natages, penetran y atacan ranchos en las inmediaciones de San Fernando y en Coahuila.

La extensa provincia de Texas se extiende entre los 26: y 34:N. y entre los 275: y 286: O. En su territorio existen los presidios de San Antonio, La Bahía, Los Adaes y Orcoquizac.

La mayor población es la villa de San Antonio de Bixar, a 29:52’N y 275:57’O. Su presidio tiene una guarnición de solo veintitrés plazas, con un capellán, pero sin teniente ni alférez. Dicha guarnición debe aumentarse con la de los presidios suprimidos.

El presidio de la Bahía del Espíritu Santo tiene, como guarnición, una compañía de cincuenta plazas.

El presidio de Nuestra Señora de los Adaes esta guarnecido por una compañía de cincuenta y ocho plazas, mas dos misioneros capellanes. Su capitán es el gobernador de la provincia.

El presidio de Orcoquizac esta a 30:25’N y 285:52’O., a ciento veinte leguas al sur de Adaes. No tiene ninguna utilidad, por lo que debe suprimirse.

Como final de su extenso informe, el marqués de Rubí pone unas notas con sus observaciones y propuestas. De manera general considera que, para poder contar con una línea defensiva eficaz, es imprescindible superar el punto de vista localista en la ubicación de cada presidio, imponiendo una visión de conjunto en el establecimiento de una línea continua de presidios, desde la costa del golfo de California, en las proximidades del presidio de Altar, a 30: de latitud N., hasta la desembocadura del río Guadalupe, en la costa de Texas, también a los 30:N. Esta línea defensiva estaría formada solo por diecisiete presidios: Altar, Tucson, Terrenate y Fronteras, en Sonora; Janos, San Buena-ventura, El Carrizal, Huejoquilla, Julimes y Cerro Gordo, en Nueva Vizcaya; San Saba, Santa Rosa, La Monclova y San Juan Bautista, en Coahuila, y Bahía del Espíritu Santo, en Texas. Fuera de la línea fronteriza, propone mantener los presidios de San Miguel de Horcasitas y Buenavista, así como las dos compañías provinciales de Sonora; estos dos presidios se mantendrán solo hasta que se lleve a cabo la reducción de los seris de Cerro Prieto, causantes de tantos problemas en Sonora. A vanguardia de dicha línea, en Nuevo México, el presidio de Santa Fe sería la punta de lanza del dispositivo. Propone una organización uniforme de la frontera, variando lo necesario la ubicación de los presidios para que no queden a una distancia tan excesiva como la existente entre Fronteras, el mas al este de Sonora, y Janos, el mas al oeste de Nueva Vizcaya. Con ello se lograría que los presidios de Sonora quedasen a unas distancia entre si de unas cuarenta leguas. Se unificaran las plantillas de las compañías presidiales, que quedarían todas con un capitán, un teniente, un alférez y un sargento y cuarenta y seis entre cabos y soldados, mas diez indios exploradores, uno de los cuales sería su cabo. Cincuenta plazas que, sumadas las de los destacamentos, harían un total de novecientos cuarenta hombres, lo que supondría un total de dotaciones anuales de trescientos sesenta mil quinientos setenta y cinco pesos. En resumen, el marqués de Rubí propone la supresión de todos los presidios no incluidos en la línea de fronteras, con excepción de los de Nuevo México y de los dos presidios interiores de Sonora, esto solo mientras persistiera la amenaza de los seris de Cerro Prieto. Con la idea de la acción de conjunto de la línea de fronteras, propone la creación del cargo de Comandante de Campaña en Sonora, que tendría a sus órdenes los cuatro presidios de esta provincia; de otro similar en Nueva Vizcaya, y de un tercero en Coahuila y Texas. Los dos de Nuevo México continuarían a cargo de su gobernador, ya que estaban fuera de la citada línea de seguridad de la frontera. La propuesta del marqués de Rubí se extiende asimismo a todas las medidas a tomar en la reorganización de la defensa de la frontera, tales como armamento, uniformidad, construcciones, pago de haberes y detalle y contabilidad.

El informe del marqués de Rubí, desde el momento de su entrega, siguió su camino administrativo hasta surtir sus efectos muy eficazmente cuatro años después. Si actualmente los efectos prácticos de un estudio similar tardan años en llegar a la practica, con mas razón tenia que ocurrir lo mismo cuando las comunicaciones eran mucho mas lentas.


Y esta fue la misión que se le encomendó y que terminó en España con algunos disgustos con Nicolás Lafora, ya que este se limitó a copiar lo que Urrutia diseñó. De hecho al Capitán General de la época le solicitó protegiera a Urrutia, e informó al Secretario de Guerra, de lo bien que Urrutia le había Servido.

Más tarde Urrutia al llegar a México se queda a las ordenes del Virrey , realizandole las copias necesarias para él, y las que luego debía de llevar a España junto a algunas cartas (a saber de qué ) ; Al llegar a España, tras unas tareas en Nueva España; se quedó en la Corte de Madrid a realizar las copias de sus mapas , y que no terminó hasta llegar a Canarias.





miércoles, 29 de octubre de 2008

Los Estudios primarios del Siglo XVII-XVIII

La infancia familiar
  • Se dividía en dos fases, cada una con sus características:

  • La infancia maternal, hasta los 7 años:

  • Se ocupaba de ellos exclusivamente la madre y a veces la nodriza.
  • No hacían distinción de niño o niña; mismo vestido, mismo pelo, etc...
  • La edad de los 7 años se consideraba la edad de la razón. Pequeños adultos.
  • Se les exigían los deberes sociales de los adultos: trabajo o escolarización.
  • Los que estudiaban eran una minoría (menos del 20 %).

  • La infancia adulta, desde los 7 años cumplidos:

  • Concernía a la gran mayoría de los niños (80%).
  • Se les dejaba fácilmente en la calle, si no ayudaban a casa o en un trabajo fuera.
  • En las casas, con lo más dos estancias, no cabían y molestaban.
  • Como consecuencia había cierta promiscuidad en las casas.

Es aquí donde empiezan a realizar los "Estudios de Latinidad"; donde el Cabildo del lugar debía construir una escuela de "Primeras Letras".
Regentada por un Preceptor, Religioso o Laico y que debía de realizar el siguiente programa escolar:

1.- Historia Sagrada y Doctrina Cristiana
2.- Lectura en Romance de Libros y Cartas
3.- Escritura en Redondilla y Bastardilla
4.- Matemáticas: Operaciones de Sumar, restar, multiplicar y dividir.



martes, 28 de octubre de 2008

La Gaceta

El origen del BOE





El actual "Boletín Oficial del Estado" tiene su antecedente histórico más antiguo en "La Gazeta", el primer semanario de información general que se publicó en nuestro país en 1661 a semejanza de otras publicaciones europeas y, también, por iniciativa privada.
El número 1 de aquella "Relación o gazeta de algunos casos particulares", salió a la calle con el siguiente encabezamiento:
"Supuesto que en las mas populosas Ciudades de la Italia, Flandes, Francia y Alemania se imprimen cada semana otras con título de Gazetas, en que se dà noticia de las cosas mas notables, asi políticas, como militares, que se han sucedido en la mayor parte del Orbe: serà razon que se introduzga este genero de impresiones, ya que no cada semana, por lo menos cada mes; para que los curiosos tengan aviso de dichos sucesos, y no carezcan los Españoles, de las noticias de que abundan las Estrangeras Naciones".
Y con esta noticia encabezando la primera plana: "Avisan de Roma, que han muerto los Eminentisimos señores cardenales Don Juan de Lugo, Español, natural de Sevilla, Religioso (...) y Don Cristoval...". De esta forma, con noticias de las provincias de Italia, entonces bajo dominio español, "La Gazeta" comenzaba su historia de más de 340 años.
España vivía entonces los últimos años del reinado de Felipe IV, un monarca que, al igual que su padre, había preferido dejar el Gobierno de la nación en manos de sus validos: el conde-duque de Olivares, primero, y su sobrino, Luis Méndez de Haro, a continuación.
La situación en la que se encontraba el país era insostenible: la Hacienda estatal se había declarado varias veces en bancarrota, incapaz de sostener los gastos que ocasionaba estar en guerra con media Europa; la pobreza, extendida por todo el país, se agravaba por la prohibición de comerciar con naciones que fueran hostiles, que en realidad eran casi todas, y por los continuos ataques de los piratas que saqueaban el oro que debía llegar de las Indias y llenar nuestras arcas; esa situación de penuria y el absolutismo con el que gobernaron los últimos monarcas de la casa de Austria motivaron numerosas sublevaciones en todo el reino (Andalucía, Portugal, Cataluña, Nápoles y Sicilia) que agravaron todavía más la situación del país.
Curiosamente, esta época de escasez coincidió con uno de nuestros momentos de mayor apogeo artístico, en pleno Barroco; un Siglo de Oro que daría a la historia de nuestras Bellas Artes apellidos tan ilustres como Zurbarán, Murillo o Calderón de la Barca, por citar algunos coetáneos de "La Gazeta".
Continuando con su evolución, a partir de 1677, el semanario ya se conocía con el sobrenombre popular de "La Gaceta de Madrid", una denominación que se convertiría en oficial veinte años más tarde.





A partir de entones, la gaceta, que ya se publicaba diariamente, fue el órgano de expresión oficioso del Gobierno durante algo más de un siglo hasta que el rey Carlos III, en 1762, reservó a la Corona el privilegio de imprimirla y la convirtió en el medio de información que reflejaba, oficialmente, la opinión y decisiones del Gobierno de Madrid.
Durante el siglo XIX, nuestra Gaceta fue adquiriendo muchos de los rasgos que, actualmente, la caracterizan; en primer lugar, en 1836 se aprobó que los Decretos, Órdenes e Instrucciones sólo se considerarían obligatorios cuando se hubieran publicado en la Gaceta; después, en 1886, se estableció la estructura de la publicación, el orden de prelación de los diversos ministerios y que sólo contendría documentos de interés general, y el 6 de junio de 1909, una Real Orden aprobó la Instrucción para el régimen y administración de la Gaceta de Madrid, una disposición que, además de regular su contenido, declaró que la Gaceta era el órgano oficial de publicidad, dependiente del Ministerio de la Gobernación y propiedad del Estado.
Desde entonces, la Gaceta ha reflejado la Historia de España, adaptándose a los acontecimientos del pasado siglo XX; por ese motivo, durante las Repúblicas y la Guerra Civil, se habló, respectivamente, de la "Gaceta de la República" o del "Boletín Oficial de la Junta de Defensa Nacional de España"; hasta que se adoptó la denominación actual, "Boletín Oficial del Estado", de forma definitiva, a partir de 1936.


Y en cuanto a nuestro personaje Joseph Urrutia, se publicó el 12 de abril de 1803 su muerte, en este enlace podréis ver la Gaceta original donde sale publicada:





Los Mapas de Urrutia

Durante 1766-68, bajo las instrucciones del rey Carlos III al Marqués de Rubí, para inspeccionar las fortificaciones (llamadas presidios) de la frontera norte de la Nueva España, del Golfo de California hasta Luisiana, para mejorar las condiciones del sistema de presidios. Le acompañaban Nicolás de la Fora y Josef Urrutia, del Real Cuerpo de Ingenieros, quien preparó un mapa y un informe del viaje sobre las condiciones de los pueblos indios y sobre las condiciones a lo largo de la frontera. Le acompañaban Nicolás de la Foros y Josef Urrutia, del Real Cuerpo de Ingenieros, quien preparó un mapa y un informe del viaje sobre las condiciones de los pueblos indios y sobre las condiciones a lo largo de la frontera. En 1772, decretó una regulación basada en las recomendaciones hechas por la expedición, describiendo en que manera habia que conducir las relaciones con los indios, las obligaciones del comandante-inspector y otro personal militar, y proveyendo un cordón de quince presidios, a intervalos de cuarenta ligas, de Sonora a Texas. En 1772, decretó una regulación basada en las recomendaciones hechas por la expedición, describiendo manera en que habia que conducir las relaciones con los indios, las obligaciones del comandante-inspector y otro personal militar, y proveyendo un cordón de quince presidios, intervalos de un cuarenta ligas, de un Sonora Texas. El objetivo era prevenir incursiones Apaches del norte en areas de asentamientos y poner a los indios bajo control militar. El objetivo era prevenir incursiones apaches del norte en las zonas de asentamientos y poner a los indios bajo control militar. La Biblioteca del Congreso posee una copia del mapa de la expedición de cuatro hojas. La Biblioteca del Congreso posee una copia del mapa de la expedición de cuatro hojas. La British Library posee el diario de La Fora y los planos individuales de los presidios. ( Vault Map Collection, Geography and Map Division ) La British Library posee el diario de La foros y los planos individuales de los presidios. (Bóveda Colección de Mapas, Geografía e Mapa División)


Por lo Leído en un documento publicado en el informa el Marques de Rubí sobre Nicolás la Fora, , más bien parece que se trate de un estudio socio-económico que de un trabajo de Ingeniero Cartográfico ;por lo que el trabajo cartográfico lo debió llevar Urrutia.
Como así esta catalogado los mapas en la Biblioteca del Congreso.

Veamoslo:

Descripción: Mapa que comprende la Frontera de los Dominios del Rey, en la América Septentrional.Fragmento del mapa que comprende la frontera, de los dominios del Rey, en la América Septentrional. Creado por José de Urrutia en 1769

Autor: José de Urrutia

Fecha: 1769

Fondo de procedencia: Biblioteca del Congreso USA

Datos adicionales: El presidio de Fronteras formaba parte de un grupo de 22 presidios, ubicados a intervalos de 40 leguas, que constituían una especie de cordón de seguridad. El objetivo era frenar las incursiones de los Apaches del norte a las zonas donde había asentamientos permanentes y también ponerlos bajo control militar.



Fragmento del mapa de toda la frontera de los dominios del Rey en la América Septentrional. Copiado por Nicolás de la Fora y José de Urrutia en 1816, basado en un mapa de 1771 (probablemente el anterior) de los puntos que visitaron en el viaje a esta frontera a las ordenes del Señor Mariscal Marques de Rubí.

Recorrieron unas 45000 Leguas de terreno a través de unos puntos concretos, entrando incluso en batalla con los indios (Partidas que se realizaban contra las poblaciones bajo dominio Español por los indios Yumas) y las entablaron además con buenos resultados.
Y son 22 los presidios de la comisión del marqués de Rubí y dos presidios más Perote y San Blas Ordenados construir por el Marqués de la Croix.


Otra connotación :

Mapa que comprende la Frontera, de los Dominos del Rey, en la America Septentrional, segun el original que hizo D[on] Joseph de Urrutia, sobre varios puntos observados por èl, y el Capitan de Yngenieros D[on] Nicolas Lafora, y sobre los mas veridicos, y diarias noticias, que pudieron recojer en el tiempo de la Expedicion, que hizieron por dicha Frontera à las ordenes del Mariscal de Campo, Marques de Ruby. [Northern Mexico and S.W. United States]. 1769. Geography & Map Division

This is a detailed map of most of the Spanish possessions in what would become the United States as drawn by Joseph de Urrutia and Captain Nicolas Lafora in 1769. If the map had been drawn in 1800 and covered every Spanish territory it would have included present-day California to the west and land through New Orleans, Louisiana, to just north of St. Augustine, Florida.


Mapa completo, Pulsad sobre la imagen
si queréis descargarlo o verlo más ampliado :





Mapa, que comprende la Frontera, de los Dominios del Rey, en la America Septentrional.

Urrutia, José de, 1728-1800.

CREATED/PUBLISHED
1769.

NOTES
Pen-and-ink and watercolor.

Reference: LC Luso-Hispanic World, 91

Scale 1:988416 : 20 leguas en grado.

SUBJECTS
Mexico--Maps, Manuscript--Early works to 1800.
United States--Maps, Manuscript--Early works to 1800.
Mexico.
United States.

RELATED NAMES
Fora, Nicolas de la, b. ca. 1730.

MEDIUM
1 map on 4 sheets : col. ; 63 x 160 cm. or smaller.

CALL NUMBER
G4410 1769 .U7 TIL Vault

REPOSITORY
Library of Congress Geography and Map Division Washington, D.C. 20540-4650

DIGITAL ID
g4410 ct000539 http://hdl.loc.gov/loc.gmd/g4410.ct000539

RELATED DIGITAL ITEMS
(Parallel Histories: Spain, the United States, and the American Frontier. Selections from the Library of Congress Geography and Map Division)


Jose Galvez Visitador de Nueva España

José de Gálvez llega a la Nueva España

José de Gálvez llegó en 1765 y pronto se enemistó con el virrey Joaquín de Monserrat, al que sustituyó por Carlos Francisco, Marqués de Croix, quien se disciplinó a la voluntad del visitador. Dio forma al ejército realista en el hoy México y reprimió sangrientamente algunos levantamientos populares causados por las hambrunas y carencias causadas por las pérdidas de las cosechas en el centro del país.
Por órdenes de José de Gálvez, el general Domingo Elizondo organizó una expedición en México para acabar con la rebelión que sostenían los Seris y Pimas bajos en el cordón de Cerro Prieto, conocido hoy como “La Pintada”, entre Guaymas y Hermosillo.
Esta medida militar, también conocida como “Expedición Sonora”, constituyó la fuerza militar más numerosa que actuó en la región durante el periodo colonial, con más de 400 soldados.
Llegó a Guaymas en marzo de 1768 y empezó su campaña en noviembre de ese mismo año. El ejército venía formado por dos tipos de contingentes: Dragones de España y los Voluntarios de Cataluña. Sin buenos resultados, la llamada “Expedición Sonora” fracasó y Elizondo se retiró en mayo de 1771.

Los Correos Marítimos Españoles

LOS CORREOS MARITIMOS

En el año 1764 el Gobierno de Carlos III crea los Correos Marítimos y establece su centro en La Coruña.

La Dirección General de los Correos Marítimos quedó a cargo de la construcción de navíos , de vigilar la conducta de los empleados, de nombrar en los diferentes cargos a personas capacitadas para los mismos y de velar por el cumplimiento de las diferentes ordenanzas.

Los correos marítimos cubrían dos rutas: una iba hacia La Habana y el Caribe y la otra hacia Buenos Aires.

"A primeros de cada mes los que hacían la ruta de Habana y Nueva España, y los días 15 de febrero, abril, junio, agosto, octubre y diciembre en la de Buenos Aires y el Perú. "


Los barcos utilizados eran Navíos de Linea como el Pizarro, que cuenta con dos puentes, y 50 cañones.



Los Presidios de Nueva España II

Pues continuando con la afición de compilar y daros una amplia visión de los temas que afectaron al General Urrutia en Nueva España ; trato de poner los planos de los 22 (24) Presidios de la parte septentrional o de las Fronteras del interior.
En el post anterior pusimos el de Janos y el del pasaje de Nueva Vizcaya.
Y le siguen estos otros.




Presidio y Villa de Horcasitas

La villa y presidio de Santa Fe en Nuevo México, no se consideró dentro de la línea por estar muy al norte, y tampoco los cuatro presidios fundados a partir de 1760 en California: San Diego, Santa Bárbara, Monterey y San Francisco; a pesar que los comandantes de frontera le habían solicitado a Carlos III que diera órdenes para que se sostuvieran y fomentaran.

La organización de los presidios, como lo planteó Rubí, dejaba a cada uno con cincuenta hombres de guarnición, comprendiendo a tres oficiales y un sargento, con lo que la línea quedaba formada por 750 plazas, mas los individuos de los presidios alejados (Santa Fe, la tropa de Robledo, San Antonio y El Cíbolo) se aumentaba a 910 hombres; además, había que incluir a las compañías volantes de Sonora.

Para pacificar la frontera no bastaba con el reacomodo de las fuerzas, sino que había que dotarlas de pertrechos, animales y disciplina; de esto se encargó O´Connor en sus varias expediciones en busca de rebeldes apaches y comanches. Y aunque nunca se logró la total pacificación, al menos la ubicación de presidios contribuyó a liberar un amplio territorio sobre el que se volvieron a establecer nuevas poblaciones y colonos.

Los proyectos arquitectónicos de los presidios se modificaron de acuerdo con los tratados de ingeniería militar, aunque se adoptó una forma y tamaño más sencillos de hacer; a diferencia de los presidios del siglo XVI, que consistían en un gran cuadro con altos muros de adobe, baluartes cuadrados y pequeños, en algunos casos pequeños torreones y el espacio para caballada y pobladores en su interior, los del siglo XVII y principios del XVIII eran más bien un grupo de casas de soldados alrededor de las cuales se limitaba una plaza de armas no muy grande, con el área de corrales anexa, con una capilla pequeñay casa para el capitán -a veces en su interior y otras afuera-, y que con el tiempo fue siendo un atractivo y seguridad para nuevos pobladores, indios y mestizos, que hicieron sus casas y huertos en las inmediaciones, iniciando un pequeño poblado con el tiempo .




Presidios de San Antonio de Bejar y de Nuestra Señora de Belén
y Santiago de las Amarillas




Ruinas de uno de los bastiones el del Suroeste.



En los de nueva fábrica del siglo XVIII, se adoptaron los dos últimos modelos, un cuadro de casas de soldados alrededor de una plaza de armas formando un recinto seguro (Janos, Huajoquilla, Carrizal, El Paso), y los de planta cuadrada con dos baluartes (San Carlos, Pilares, San Elizario). Hubo otros de diferente forma, como el de la Junta, más parecido a los presidios primeros de Texas, formados por el Marqués de Aguayo, quizás por economía de recursos ya que sólo se daban mil pesos para la construcción del presidio; los muros eran más bajos que los del siglo XVI, y los sistemas de construcción mas sólidos. En su interior tenían el lugar para capilla y casa del capitán, teniendo todo el mismo patio central donde se hacían las revistas y se daban las órdenes. “Se ha de formar primero el cuadro de tapias comunes de adobes y los dos pequeños baluartes en sus ángulos en forma de diamante, y después levantar en el interior la capilla, cuerpo de guardia, casa del capitán, oficiales, capellán y habitaciones de los soldados e indios, guareciéndose todos entretanto en tiendas de campaña y barracas provisionales, sobre cuyo asunto proveerán los capitanes y oficiales subalternos”.

Con nuevas incursiones y conocimiento del territorio, apoyados por la contribución de la cartografía de los ingenieros militares, quienes hicieron planos cada vez más detallados de la frontera, en 1776 se expidió el decreto real que confirmaba las primeras ideas de José de Gálvez y el Virrey Croix, que desde 1768 aventuraban un gobierno hasta cierto punto independiente para las provincias norteñas. Con el decreto se le otorgaba a Don Teodoro de Croix (sobrino del Virrey de mismo nombre) poderes y mandos suficientes sobre “los gobiernos subalternos de Coahuila, Texas y el Nuevo México, con sus presidios y todos los demás que se hallan situados en el cordón o línea establecida de ellos desde el golfo de Californias, hasta la Bahía del Espíritu Santo”.



Presidio de San Carlos y de Pilar o el Principe. Modelo Tipo B

Con la Comandancia General de las Provincias Internas, se prepararían nuevas estrategias y se definiría la autoridad sobre pobladores, misioneros y soldados, evitándose la duplicidad de instrucciones con el Virrey. Esta nueva autoridad de hecho dividía el Virreinato en dos, tenía la ventaja de que el comandante era un conocedor del territorio y un militar de experiencia, con lo que se logró un mayor número de refuerzos, mejor distribución de las tropas, un ajuste de los mandos y mejor administración de los situados. Además, se reforzó la presencia de los presidios con compañías volantes formadas por indios amigos como los Opatas, y se dotó de armas y entrenamiento a las milicias de los poblados, lo que dio oportunidad de modificar la estrategia defensiva, con la organización de pueblos y villas de apoyo a los presidios.



El tejido defensivo con la red de villas

Croix se da cuenta de que sólo con los presidios, aun en la línea, no es posible detener las incursiones de los enemigos; además, el alto costo que esto comprende, le lleva a replantear la situación defensiva, la administración y consiguientemente la producción en la frontera, en sendos informes; en el último de 1782, analiza la situación del momento y propone algo que transformará radicalmente el concepto de frontera, pasando de una situación sólo militar a otra en la que se combina la presencia de pueblos y villas más consolidados, debido a que algunos fueron pueblo de misión, para ir eliminando el costo que significaba el sistema presidial.

Las tropas indisciplinadas, escasas y con pocos apoyos de armamento, los presidios en constante reparación y algunos ya inútiles en su posición estratégica, lo llevan a considerar la utilidad de la población civil. Autorizó a los soldados a tener tierras cerca del presidio, y animó a los pobladores a hacer lo mismo, con lo que el establecimiento militar se fue convirtiendo en un centro de población a la manera de lo sucedido en el siglo XVI. Además, trató de conectar los presidios con las villas cercanas, que eran las que los proveían de caballada, comida y mano de obra.

Croix decidió abandonar las guarniciones de algunos presidios que serían complementados por cordones de poblaciones; en un primer frente en Nueva Vizcaya, desaloja el Príncipe (en 1780 se pasa al pueblo de Coyame), la tropa de San Carlos pasa también a la villa de Chorreras y la de San Vicente o La Babia es distribuida en el pueblo de Santa Rosa, donde “había cuarenta vecinos y varios sirvientes, y en sus contornos doce ranchos desde una a cuatro leguas de distancia donde hay muy buenas labores” . La tropa del presidio de Aguaverde se trasladó a la villa de San Fernando de Austria fundada en 1753 , para entonces una villa de buen tamaño, adonde también se habían acogido los pobladores de los Adais cuando se pasó la capital de Texas a San Antonio; a la tropa de Monclova Viejo la regresó a Monclova, que ya para entonces tenía "…cien familias de vecinos españoles, mestizos y mulatos. La villa tiene una planta hermosa, gran plaza, calles despejadas y tiradas a cordel. Los edificios son bajos, de adobe y los más sin blanquear como en Saltillo"


Se estableció además una subdivisión que formará, a partir de lo más septentrional, diferentes trincheras ante los ataques, agrupando a los presidios-pueblos de la siguiente manera: Janos, San Buenaventura en su nuevo emplazamiento conocido como La Princesa; en Galeana y Carrizal, con la compañía volante de Casas Grandes; otro núcleo lo hace al mover San Elizario más hacia el Paso y juntarlo con las milicias de los habitantes del Paso y los pueblos ribereños del Río Grande. Un tercer grupo lo integran las poblaciones de Santa Rosa, San Fernando de Austria y San Juan Bautista del río Grande, presidio que ya también había crecido hasta formar un poblado con lotes y huertas.

Croix aprovechará una red de poblados, ya para entonces de mediano tamaño, que formarían un segundo frente casi horizontal, un poco más debajo de San Buenaventura; estaba formado por Namiquipa, Santa Clara, de donde salía un camino al norte a San Lorenzo; Malanoche, Majalca, San Jerónimo, Hormigas, Chorreras a donde se mudó la guarnición de San Carlos, Pueblito, el presidio del Príncipe en Coyame (en 1788 tenía 144 habitantes), hasta llegar al presidio de la Junta de los Ríos (Ojinaga) que aportaban 450 hombres de milicias. Un tercer frente de pueblos lo hace en el sentido vertical, en paralelo con el río Grande, a partir de Coyame, Chorreras, Julimes, Ancon de Carros, Santa Rita, Huajoquilla (en 1788, tenía 1829 habitantes), Pelayo y Sanjuán de Casta, con 250 hombres; así se formaba un arco desde Ojinaga hasta el Bolsón de Mapimi. Un cuarto cordón iba desde la ranchería de San Juan de Casta, Calabacillas y otros tres puestos de cuarenta hombres hasta Saltillo, aportando otros 200 hombres y una última línea entre Saltillo y Monclova, abarcando la sierra de la Purísima y de ahí a Cuatro Ciénegas, pasando por Nadadores, con otros 250 milicianos que daban un buen número de personas para defender los pasos de los indios enemigos.

Además Croix pensaba crear, o más bien modificar, la traza de 28 nuevas poblaciones a la manera de las ideas surgidas en España y los experimentos de la Sierra Morena, poblaciones fundadas con las teorías de producción y fomento, puestas en práctica por Campomanes, donde se aprovecharían los recursos naturales con la incorporación de la mujer a la economía familiar, incrementando el número de artesanos y pequeños comerciantes, sustituyendo poco a poco a los agricultores. De esta manera se formarían núcleos de población autosuficiente y con pequeñas industrias familiares en un ámbito moral y sencillo: “El colono situado sobre su suerte y libre del choque de pasiones que agitan a los hombres reunidos en pueblos estará más distante de aquel fomento de corrupción que el lujo infunde siempre en ellos. Reconcentrado con su familia en la esfera de su trabajo…se sentirá más vivamente conducido a él por los sentimientos de amor y ternura que son naturales al hombre en la sociedad doméstica…”.

La idea de pequeños propietarios agrícolas fue uno de los propósitos en el establecimiento de las nuevas poblaciones. Para entonces se habían fundado las de Escandón en Tamaulipas en 1749, y en 1778 se harían las de Bernardo de Gálvez en Luisiana; estos experimentos con pobladores civiles también se esperaba que funcionaran en la frontera del septentrión de la Nueva España, sólo que aquí con la combinación de presidio-pueblo.

La refundación de pueblos a partir de los presidios o anexos a él, o de misiones, obligó a modificar la traza de los poblados, rehaciendo sus plazas y contornos. De la primera línea defensiva del plan de Croix, explicada arriba, la villa presidio de Janos tenía ya en 1788,142 habitantes; San Buenaventura (Velarde) empezó como presidio fundado en 1760, en 1774 se reubicó en el río Santa María y terminó en pueblo, para 1788 tenía 718 habitantes. Este presidio se trasladó en 1788, del paraje de Chavarría en el río Santa María, a un nuevo emplazamiento al suroeste a diez leguas, al sur de Casas Grandes, llamándose presidio de la Princesa, donde anexo a él empezó a crecer el pueblo de San Juan Nepomuceno (Galeana, en Chihuahua). El presidio del Carrizal tuvo misión, no tan lejana, y siempre funcionó como un establecimiento militar, pero a su alrededor crecieron muchas rancherías y campos de labor.


El ejemplo de Croix siguió en otras regiones; Chihuahua y Arizpe en Sonora crecieron al ser centros de acopio, administrativos, culturales y militares. En Sonora se aprovecharon los pueblos de las misiones Jesuitas y los presidios de Altar, Fronteras y Tucson, para fomentar asentamientos en sus alrededores. Las guarniciones de Horcasitas y Buenavista, dieron lugar a otras rancherías y asentamientos de indios pacificados. En otros pueblos de misión que se encontraban desguarnecidos también se colocaron destacamentos, lo que permitió que pudieran defenderse y crecer; Caborca, San Ignacio, Imuris, Saric, Pitic y muchos más se convirtieron en prósperos poblados.

En Texas, el mulato Antonio Gil Ibarbo, fundó la villa de Nuestra Señora del Pilar de Bucareli (1774), que sólo duró cuatro años por los ataques de los indios, y se mudó a un lugar más seguro en 1778, con el nombre de Pilar de Nacogdoches, como centro de acopio y comercio en la entrada a la Luisiana; en 1780 tenía más de 500 habitantes.

La división administrativa de los poblados se dividía en alcaldías que administraban los partidos territoriales, en los que caían pueblos y ranchos, algunos con muy buenos productos: “El partido de Cuencame se compone de tres pueblos miserables y ocho haciendas opulentas (…) con veinticinco mil cabezas de ganado caballar, diez mil reses y trescientas veinte mil de lanar” . Estas jurisdicciones se encargaban de conseguir las contribuciones para el fondo de sostenimiento de las milicias.

Si bien el desarrollo de la frontera pasó por muchas penurias y conflictos, no cabe duda que la política presidial fue la que consolidó y pacificó el territorio a partir los primeros presidios del siglo XVI, hasta la unión del presidio y villa, que fueron integrando una red y conectando centros productores con comerciales, en un amplio territorio que siempre tuvo escasez de pobladores. Hacia 1780, el 80 por ciento del territorio de Nueva España concentraba a sólo el 5 por ciento de los pobladores, eso sí, decididos a soportar todo, muchas veces sin conocer su destino, en aquellos caminos que iban de ningún lado a ningún lado.


Resto de plantas de los presidios:

Los Presidios de Nueva España I

Los Presidios y Sus Soldados:

Los Presidios y Sus Soldados:



Desde la segunda mitad del siglo XVI, al expandirse la colonización hacia el norte de la Nueva España y con motivo de la protección que requerían las nuevas poblaciones y los caminos para el comercio y el envío de los metales de las minas descubiertas, se vio la necesidad de crear cuerpos de soldados y fortificaciones capaces de sostener el embate de los indios bárbaros que habitaban en esas regiones.

Historia de los Presidios de Nueva España


El Virrey Enríquez de Almanza (cuarto virrey que gobernó desde 1568 a 1580) dictaminó la construcción de las fortificaciones, que alas que se denominó presidios, y estaban guarnecidas por soldados llamados "presídiales". Eran los puestos más avanzados de la colonización, donde terminaban los caminos y las poblaciones, y donde empezaba la tierra habitada por los indios bárbaros (Pimas y Seris). Estos presidios contaban con tierras, por lo cual posteriormente se formaban poblaciones y al avanzar estas, los presidios se movían más al norte. Existían además compañías volantes de soldados que recorrían los caminos, conectando de este modo las poblaciones, las minas, las rancherías, y los presidios.

Así se fundó en 1570 Jerez, Celaya, Portezuela, Ojuelas, y San Felipe; en 1573 Charcas, Fresnillo, Sombrerete, Pénjamo y Jamay; en 1575, Aguascalientes; en 1576, León, Mezcala, y Palmillas, y otros más. A finales del siglo XVII, ya había presidios en el Río Bravo e inclusive algunos puestos más avanzados, en Texas y Nuevo México. Así se formaron en Coahuila las poblaciones de Saltillo, Parras, Monclova, Múzquiz (Santa Rosa), Zaragoza (San Fernando de Austria), Guerrero (Río Grande), etc., y en Texas, San Antonio (Bejar), entre otras.


Estos presidios eran fortificaciones construidas de piedra o de adobe, o una combinación de ambos, generalmente de forma cuadrada de aprox. 120 metros. por lado, y con bastiones salientes o torres en al menos dos esquinas opuestas, donde colocaban cañones para proteger sus flancos. No eran construcciones sofisticadas puesto que no se requerían, ya que se utilizaban solamente para guarecerse de los ataques de los indios bárbaros, quienes utilizaban armas rudimentarias y no ponían en peligro la construcción. En algunas de las ruinas de los presidios que actualmente todavía existen, se puede distinguir un túnel oculto con salida hacia el abasto de agua, que utilizaban para el caso de estar asediados por los enemigos. Dentro de los presidios vivían los soldados, sus familias, sacerdotes, oficiales, y los indios incorporados como guías, y contaban con casas, almacenes, capilla, etc.

Los hubo de dos modalidades:

Plano de un presidio





Capilla del ex-presidio de Janos y restos de casas de soldados




Presidio del Pasaje en Nueva Vizcaya. Tipo A



Presidio de Janos y su superposición actual sobre el terreno. Modelo Tipo B


Expediciones, distribución y construcción de Presidios en Nueva España

Los caminos de Nueva España

En el año de 1724, Don Pedro Rivera, brigadier de los ejércitos reales, recorrió el norte de la Nueva España desde Sonora hasta Nuevo León en misión de inspección de los presidios y su funcionamiento, en un viaje de más de 12,000 kilómetros que duró 3 años y medio. En el año de 1726 llegó a Coahuila y Texas, entrando por Cuencamé hacia Saltillo, pasando por Monclova y su inspección llegó hasta Los Adaes y Espíritu Santo en Texas.
A raíz del reporte de la inspección de Don Pedro Rivera, en 1729 el Virrey Marqués de Casa Fuerte emitió un reglamento por el cual se debían regir los presidios, sus oficiales y sus soldados. Esto vino a corregir en gran medida el desorden que existía en esa época, resultado del desarrollo de los presidios con pocas directrices y de la grande distancia que existía de ellos a las poblaciones más organizadas. Este reglamento tuvo vigencia hasta 1772 cuando el Virrey Antonio María de Bucareli puso en vigor un nuevo reglamento ordenado por el rey, bajo el cual se obtuvieron mejores resultados y se llegó a tener una época de florecimiento en el norte de la Nueva España.

La expedición del Marqués de Rubí iniciada en 1766, acompañado del capitán Nicolás Lafora y el Subteniente Josep Ramón Urrutia, le dio oportunidad de hacer un recorrido por casi todos los presidios hasta entonces en funciones: “por Zacatecas se dirigió a Durango donde revistó la escuadra de diez hombres y un cabo que para protección de la ciudad proporcionaba el presidio desde Pasaje (Cuencame) luego por este mismo presidio y el de Huajoquilla llegó a Chihuahua, de aquí se trasladó a la junta de los ríos el Paso y Santa Fe de Nuevo México, a su regreso de esta provincia revistó los de San Buenaventura y Janos en Nueva Vizcaya y los seis de Sonora, cruzando luego la sierra madre por el valle de Basuchil, volvió a Nueva Vizcaya visitó los presidios de Huajoquilla, Cerro Gordo y luego los de Coahuila y Texas y el de San Saba y las guarniciones de Nuevo León...” En total, visitó veintidós presidios.

Con esta inspección se dejaron organizados los presidios de:

Janos, San Buenaventura, El Paso, Julimes, Huajoquilla, Cerro Gordo y Pasaje; es decir desparecen San Bartolomé sustituyéndose por Huajoquilla, Conchos por Julimes, Mapimi y El Gallo se eliminan por ya no ser necesarios al estar entre Cerro Gordo y Pasaje, y se refuerza el de San Buenaventura entre Janos y el Paso. En Coahuila se tenían dos, el de Monclova y San Juan Bautista del Río Grande, añadiéndose dos más, Santa Rosa del Sacramento y San Saba, que se sujetó a la provincia con más razón cuando se trasladó bajo el río Grande en 1773, con el nombre de San Vicente; en Texas se puso uno más, el de Orcoquizac, sumándose a los tres de los Adaes, San Antonio y la Bahía (ya había desaparecido el de los Tejas). Cerralvo y Cadereita se eliminaron dejando mejor fortificado Monterrey, se conservaron el de Santa Fe y en la mesa del Nayar. Para entonces, cerca de 1200 hombres componían la defensa del territorio septentrional.

Sin embargo, estos reacomodos no fueron suficientes para desalentar a los indios entre 1749 y 1763; habían causado más de ochocientas muertes, muchas minas se habían abandonado y los indios vendían ganado en Coahuila con hierros de Nueva Vizcaya; los Apaches, Natajes, Coahuiltecos y otras tribus aliadas, entraban hasta el camino real de Chihuahua con facilidad, por lo que se decidió formar una línea más estrecha que contuviera las andanzas de los indios,

Fue hasta 1768 que Don José de Gálvez pensó en una organización que no sólo fuera defensiva, sino que fomentara el crecimiento de la región, volviendo a producir las minas (incluso se hicieron folletos para integrar accionistas para el beneficio de minas en Sonora y Sinaloa), habilitando puertos (Guaymas, San Blas, Mazatlán), tratando de poblar los despoblados, como la California y Sonora y de hacer segura la crianza de ganado y las cosechas; llevando pobladores a los alrededores de los presidios y repartiendo tierras.

Los Pimas y los Seris atacaron varias veces Sonora, especialmente en las revueltas de 1740 y 1751, que produjeron grandes daños, a pesar de los presidios recién fundados. Estas campañas fueron enfriadas por Don Bernardo de Gálvez, sobrino del visitador, quien desde 1770 a 1775 realizó varias campañas de sometimiento hasta caer herido en la última de ellas, dejando el mando a Don Hugo O´Connor, y regresando a España; volvería a América como gobernador de Luisiana y Cuba, y después sería Virrey de la Nueva España. No cabe duda que el aprendizaje en la frontera novohispana le dio un gran conocimiento de la geografía y composición de las tribus que después le sería de gran utilidad en su vida pública.

Pero la importancia de estas expediciones fue el reconocimiento del territorio y de los movimientos de las tribus; las paces a veces rotas y las alianzas fueron dando el mapa “social” y la delimitación de los territorios, con lo que se pudo poner en práctica un sistema defensivo más coherente, con la realidad y con la oportunidad de producción, de acuerdo a las reformas borbónicas que impulsaban el fomento de las industrias y el poblamiento: “en todos estos cerros (Huajoquilla) hay muchas minas de plata, que no se trabajan por temor de los bárbaros” Los indios se sentían como un impedimento para el avance de los colonos y mineros, y más aun del progreso, como lo planteaban las ideas ilustradas.

Así, en 1771 con las ideas de Gálvez y otros jefes militares, se pasó al Consejo y al Rey un dictamen de reubicación de presidios, formando una”Línea o cordón de quince presidios sobre las fronteras de las Provincias Internas”. Al reducir el número de presidios, se creía reducir al erario los gastos que ocasionaban los veinticuatro existentes. Aunque esta propuesta fue la primera en plantear la nueva estrategia de ligar los presidios en forma tal que impidieran los ataques, la puesta en operación del plan tuvo que esperar unos años más. Este concepto lineal provenía de los tratados militares que explicaban la función de las trincheras o líneas de defensa que ya habían practicado en obra y teoría el Marqués de Santa Cruz de Marcenado, quien en Oran, Cerdeña y Portugal, implementó el uso de avances escalonados para acercarse a las plazas y tomar tierras en poder del enemigo.

Las Provincias internas sólo podían sostenerse con un plan de acción que combinara el poblamiento, la defensa y la producción. Hugo O´Connor dedicó la mayor parte del tiempo en que tuvo el mando de la frontera como inspector de los presidios internos (1771-1777), en garantizar estos tres determinantes; pero sólo tuvo éxito gracias al entendimiento que tuvo con el Virrey Bucareli.

Fue hasta 1772 en que gracias a los esfuerzos de varias expediciones, y especialmente a lo aportado por Rubí y los planos de Lafora, se publicó en Madrid el “Reglamento e instrucción para los presidios que se han de formar en la línea de frontera de la Nueva España, resuelto por el rey nuestro señor en cédula de 10 de septiembre de 1772”. Con esto se moverían los presidios para ubicarlos más o menos en una línea continua, desde las costas del mar de Cortés hasta el golfo de México, liberando todos los movimientos rebeldes al sur de la línea e impidiendo el paso de ataques apaches desde el norte; el proyecto contemplaba que los presidios deberían quedar a unas cuarenta leguas uno de otro.

Este nuevo reglamento tomó muchas de las recomendaciones que el Marqués de Rubí hizo después de su visita de inspección a las Provincias Internas llevando como ingenieros Reales al Capitan Nicolás La Fora y al Subteniente Josep Urrutia de la Casa, pensando ya no solamente en la defensa contra los indios bárbaros que seguían azotando las poblaciones y los caminos, sino las incursiones de los rusos en el poniente en busca de las plantaciones de caña de tinte, o de los franceses y los Ingleses en el oriente.



Manuscrito que contiene Dictamen del marqués de Rubí sobre los presidios de las fronteras internas de la Nueva España, dirigido a Julián de Arriaga: Barcelona, 23 mayo 1772.




Manuscrito que contiene Reglamento e instrucción para los presidios que se han de formar en la línea de fronteras de la Nueva España; resuelto por el rey: San Ildefonso [España], 10 septiembre 1772.


El reglamento de 1772 dispuso una nueva distribución de los presidios a lo largo de la frontera norte, formando una línea de defensa contra los indios y extranjeros. Esta línea constaba de trece presidios, más dos en avanzada hacia el norte(los de Santa Fe en Nuevo México, y San Antonio del Bejar en Texas). Los presidios mantenían un correo mensual entre ellos. Bajo este contexto se formó una casta de hombres muy especiales, que fue la de los soldados presidiales.

Los soldados presidiales, una casta muy especial de hombres:


Soldado Presidial del siglo XVIII








Soldado de Curea de 1790


El reclutamiento de los soldados presidiales se hacía con gentes de la región. Nacidos en los desiertos y montañas del norte, criados bajo el constante peligro en que los ponían los indios bárbaros que infestaban esas provincias, siempre expuestos al extremoso clima, acostumbrados a grandes jornadas y fatigas, los soldados presidiales poseían características fundamentales para su sobrevivencia y para el combate contra los indios que los soldados regulares de otras partes no tenían.


El uniforme que utilizaban estaba mandado por el reglamento de 1772, que decía: "El vestuario de los soldados de presidio ha de ser uniforme en todos, y constará de una chupa corta de tripe, o paño azul, con una pequeña vuelta y collarín encarnado, calzón de tripe azul, capa de paño del mismo color, cartuchera, cuera y bandolera de gamuza, en la forma que actualmente las usan, y en la bandolera bordado el nombre del presidio, para que se distingan unos de otros, corbatín negro, sombrero, zapatos, y botines. Por la utilización de la cuera como uniforme, se les conoció también con el nombre soldados de cuera o dragones de cuera. Esta era un abrigo largo sin mangas, constituido por hasta siete capas de piel, resistente a las flechas de los indios enemigos, que sustituyó a las corazas metálicas de la conquista. Al principio solo eran utilizadas por los oficiales, pero dado a su eficacia su uso se extendió a toda la tropa, llegando a ser parte del uniforme reglamentario. Como su peso llegaba a ser hasta de 10 kg., con el tiempo, el largo de la cuera que llegaba casi hasta las rodillas, se fue acortando hasta que al fines del siglo XVIII y durante el XIX llegaba solo a la cintura a modo de chaquetón. Generalmente era color blanco con el escudo Español bordado en las bolsas. También se utilizó color piel (café).

Las armas que el mismo reglamento de 1772 mandaba, eran una espada ancha, lanza, adarga, escopeta y pistolas, además el soldado debía contar con seis caballos, un potro y una mula.


La adarga era un escudo en forma de dos círculos traslapados fabricado de piel, capaz de contener las flechas y los golpes de los indios. En su lugar se podía utilizar la rodela, también de piel, pero de forma circular. Tenían el escudo de España dibujado.
El armamento utilizado por los soldados de presidiales durante los siglos XVIII y XIX ha sido tema de largas discusiones de los historiadores porque algunos lo consideran anticuado para la época, cuando las milicias en Europa ya utilizaban primordialmente las armas de fuego, y la lanza y el escudo prácticamente ya no formaban parte de su armamento. Sin embargo, las armas de fuego eran útiles solamente cuando el enemigo presentaba un grupo compacto y daba oportunidad al lento proceso de recargarlas (en el tiempo que el soldado recargaba su escopeta, el indio podía lanzar varias flechas con su arco), pero los indios, conocedores de las limitaciones de las armas de fuego, atacaban muy dispersos y desplegaban velocidad en sus acercamientos,por lo que frecuentemente se llegaba a la lucha cuerpo a cuerpo. Entonces la lanza, la espada y la adarga (o rodela) eran más eficaces. En algunas ocasiones los mismos soldados utilizaron el arco y la flecha.


Soldado de Presidio a caballo y su equipo


Su grito de guerra al empezar un combate era "Santiago, y a ellos".

La bandera más utilizada en Coahuila por los soldados presidiales fue la Cruz de Borgoña.




Fueron leales al Rey, combatieron las incursiones de los franceses, los anglos y los rusos, y su lealtad los llevó a combatir también contra los insurgentes. Participaron relevantemente en el prendimiento del cura Don Miguel Hidalgo en Bajan, en una época en que por varios años habían estado combatiendo con mucho éxito las incursiones de intrusos extranjeros en Texas.

Estos hombres, junto con los indios y los misioneros, tuvieron parte muy relevante en la formación y desarrollo del estado de Coahuila (y Texas), y son muchas las familias actuales que descienden de ellos. En los manuscritos de relatos de los siglos pasados se pueden encontrar los apellidos Ramón, Galán, Villarreal, Menchaca, Elizondo, Valdés, Garza, Múzquiz, Maldonado, Rodríguez, Gutiérrez, Burciaga, Cadena, Flores, Fuentes, Siller, Orozco, Delgado, etc., etc., que son muy comunes en la región.


Reconocimientos a los Esfuerzos realizados

El general Don Vicente Filisola, participante en la campaña de Texas en el siglo XIX, comenta en su libro "La guerra de Texas" que el general Santa Ana en su paso por Monclova hacia Texas, erróneamente no aceptó las recomendaciones de sus subalternos con respecto a la conveniencia de incluir en sus tropas a soldados presidiales.
“En atención a que esta clase de tropa era la más útil que podía encontrarse para transitar aquellos desiertos países porque los conocen a palmos, y además de ser tan valientes para batirse como cualquiera otra buena tropa, tienen otras muchas circunstancias apreciabilísimas que adquieren desde la niñez y de hacer correrías continuas para defender las fronteras y para perseguir a los bárbaros que las hostilizan. Así es que saben distinguir toda clase de huellas, los días que tienen de impresas y las señas y humaredas que por su número, posición y distribución en los lugares altos y bajos, en cuadros, triángulos, grupos, etc. sirven de medios de inteligencia a los mismos enemigos, y así mismo conocen las señales del tiempo, el cambio de temperatura y las horas de la noche por el curso de las estrellas. Son excelentes tiradores, jinetes, y nadadores, incansables en las fatigas, extraordinariamente sobrios, cuidadores admirables de toda clase de animales, cautos contra todas asechanzas de los bárbaros, buenos bogadores, canoeros, utilísimos para el manejo de las carretas y mulas de carga, para la matanza de reses, y sin iguales para guías y correos en aquellos desiertos y veredas que nadie entiende ni conoce como ellos.”

En 1785, el Virrey de Gálvez también distinguía a los soldados presidiales de los regulares:

“Los soldados presidiales son del país, más aptos que el Europeo para esa guerra, siendo preocupación de estos últimos creer que a los Americanos les falta el espíritu y la generosidad para las armas, atendiendo a que en todas las épocas y naciones la guerra ha hecho valientes y la inacción cobardes. Y si es esta una verdad inconstratable, es precisa consecuencia que deben ser fuertes y aguerridos unos hombres que nacen y se crían en medio de los peligros.
No son menos bravos los criollos de tierra-adentro que los indios con que pelean, pero las circunstancias que los acompañan no son tan favorables, su ligereza y agilidad a caballo grande (respecto a la de los Europeos), es perezosa comparada a la de los indios, y nuestra religión que pide otras justas atenciones en la muerte, no permite en los últimos instantes aquellas apariencias de generosidad con que mueren ellos; pues los apaches ríen y cantan en los últimos momentos para adquirir su mentida gloria, y nosotros aspiramos a la verdadera por medio del llanto y el arrepentimiento resultando que al paso que a ellos se animan y se envidian, los nuestros se abaten y se entristecen. Tampoco pueden nuestros soldados sufrir la sed y el hambre con la misma constancia del indio, ni resistir con la misma indolencia la intemperie porque el distinto resguardo con que se crían los hace más sensibles y delicados.
Las funciones que cumplían eran muchas: Protegían las misiones, las poblaciones y los caminos, escoltaban las caravanas de provisiones y el correo, cuidaban las manadas de caballada con que los presidios contaban, patrullaban por las grandes extensiones en busca de rastros de indios hostiles, etc. Además, los soldados presidiales recibían merced de tierras para cultivo y ganadería, que los ayudaba a su sustento. De todas las anteriores, la función más relevante y que fue su razón de existir, fue la del combate a los indios. Los indios a que los soldados presidiales se enfrentaban no eran como los que enfrentó Cortés. Los aztecas eran sedentarios y tenían un régimen político gobernado por un rey. Con el dominio de ese régimen en la guerra de conquista, se logró el dominio de todos los indios del centro de México. Los indios del norte eran nómadas y no tenían un jefe común. Los soldados presidiales se enfrentaban a muchos grupos con jefes distintos que se movían por todo el territorio. Había que dominarlos a todos para lograr la pacificación de las provincias. Además, esos indios tenían un carácter difícil y eran muy violentos. Los que más problemas causaron fueron los terribles apaches.”


Diferentes etapas en las líneas defensivas de los Presidios de Nueva España:



Presidios Centralizados entre 1680- 1770




Línea de Presidios entre 1770-1780








Red de Presidios de 1780 en adelante